¿Qué es la pielonefritis?: Causas, síntomas y tratamientos

Un profesional de la salud que sostiene un portapapeles analiza la pielonefritis con un paciente sentado en un entorno clínico.

La pielonefritis es de los tipos más graves de infección que pueden afectar el tracto urinario. Se origina en la uretra y sube hasta los riñones, pasando por la vejiga y los uréteres. Dicho de otra forma, es una infección urinaria que llega a los riñones

Suele ser 6 veces más común en mujeres, pero esto no significa que los hombres estén exentos de esta condición. Ante síntomas de una pielonefritis, se debe consultar de inmediato con un especialista en infecciones de las vías urinarias. Si bien las infecciones tratadas a tiempo tienen una buena tasa de recuperación, un tratamiento tardío puede desencadenar daño renal.

Causas de la pielonefritis

El mejor tratamiento es la prevención. Por eso, es importante conocer cuáles factores pueden desencadenar una pielonefritis si no se los controla en el momento adecuado.

Por lo general, una pielonefritis se desarrolla cuando ciertos hongos, virus o bacterias presentes en el periné o la vagina se expanden a la uretra. Luego, suben por ella hasta el riñón. Una alternativa, no muy frecuente, es que las bacterias causen la infección al llegar al riñón a través del torrente sanguíneo.

La mayoría de los casos de pielonefritis están causados por la bacteria E. coli, que suele producir cistitis. Otros desencadenantes de infecciones renales son bacterias propias de la flora intestinal, por ejemplo, Klebsiella, Proteus, Citrobacter, Enterobacter y Pseudomonas. Los gérmenes E. Fecalis, S. epidermidis y S. aureus también están entre las causas de pielonefritis.

Ciertas condiciones pueden favorecer el desarrollo de infecciones en el riñón. Entre ellas se encuentran:

  • Obstrucciones en las vías urinarias. Como cálculos renales, estenosis o estrechamiento de la uretra, y el agrandamiento (hiperplasia) de la próstata. Al impedir que la orina fluya correctamente, favorecen el crecimiento bacteriano. 
  • Daño nervioso. Cuando los nervios alrededor de la vejiga o la médula espinal están dañados, puede ser complejo identificarla infección antes de que esta se extienda al riñón.
  • Sistema inmunitario debilitado. Esto puede deberse a afecciones como el VIH (sida) y la diabetes, o a medicamentos que restringen la función inmunológica.
  • Embarazo. Durante esta etapa puede aumentar la cantidad de bacterias en la orina y, con esto, el riesgo de desarrollar pielonefritis. Sobre todo, en el último trimestre.
  • Catéteres urinarios. Cuando se introducen catéteres y otros instrumentos en las vías urinarias, existe un cierto riesgo de infección. Si no se toman las precauciones adecuadas, esta puede extenderse a los riñones.

Signos y síntomas de la pielonefritis

Veamos, ahora, cuáles son los indicadores más frecuentes de pielonefritis. Es importante tener en cuenta que, como en la mayoría de los casos, la infección afecta al resto del sistema urinario, suele suceder que los síntomas de la pielonefritis incluyan signos de otras afecciones.

En consecuencia, es común experimentar, por ejemplo, dolor al orinar o la sensación de que la vejiga nunca se vacía del todo y de que se debe orinar constantemente. Sin embargo, los signos de pielonefritis son más intensos y afectan, de manera sistémica, al estado de salud general.

Síntomas comunes de la pielonefritis

Los principales síntomas de la pielonefritis son:

  • Dolor lumbar. A la altura de la espalda medio-baja. También se puede experimentar dolor en los costados o en la ingle.
  • Escalofríos y fiebre. El cuerpo aumenta su temperatura para combatir la infección, tanto a través de la fiebre, como de los escalofríos. Se tiende a alcanzar temperaturas de 39°- 40°, acompañadas por dolor de cabeza.
  • Orina turbia u oscura y con mal olor. La elevada presencia de bacterias en el sistema urinario aumenta la concentración de desechos que se eliminará. Esto altera las características “visuales” de la orina y, sobre todo, su olor. 
  • Sangre en la orina. La inflamación puede dañar pequeños vasos sanguíneos presentes en el tejido del riñón, causando que se orine con sangre.
  • Vómitos y náuseas. Estos síntomas son una respuesta a los desequilibrios que la infección produce a nivel general en el organismo.

Si bien hombres y mujeres suelen presentar los mismos signos de pielonefritis, hay algunos indicadores que varían según el sexo. Por ejemplo:

  • Las mujeres pueden experimentar molestias adicionales en la zona del abdomen bajo. Asimismo, sus síntomas pueden incluir la sensación de ardor e irritación vaginal o un malestar generalizado en el área genital.
  • Los hombres pueden sentir dolor en el perineo (zona entre los genitales y el ano) y en la pelvis. Además, si la inflamación afecta a la próstata o la uretra, pueden tener dificultades para orinar.

Un último punto a tener en cuenta es que, en personas mayores, los síntomas pueden ser atípicos. Dado que suele producir un malestar generalizado, sus signos tienden a afectar las capacidades cognitivas. Así, una infección en el riñón podría causar un estado de confusión, somnolencia, problemas en el habla e, incluso, alucinaciones.

Signos de complicaciones

Cuando no se inicia a tiempo el tratamiento adecuado, el cuadro de pielonefritis puede producir complicaciones. Estas van desde infecciones recurrentes en el tracto urinario, a la sepsis (o infección generalizada) que puede desencadenar un fallo multiorgánico (shock séptico). 

Los signos y síntomas de pielonefritis que indican una complicación son los siguientes:

  • Infecciones frecuentes en el tracto urinario, a pesar del tratamiento. Señalan que la pielonefritis está causando que las infecciones en esta zona sean crónicas.
  • Dolor recurrente en la espalda y los costados. De leve a moderado, es un signo de infecciones periódicas del tracto urinario. Puede desencadenar en un absceso renal, es decir, que se ha acumulado pus alrededor del riñón.
  • Bacterias en la orina. Si, pese al tratamiento, se encuentra una gran cantidad de bacterias en la orina, se pueden tener infecciones recurrentes del tracto urinario o igualmente un absceso o piedra.
  • Orina espumosa. La orina puede volverse espumosa, ya que los riñones filtran proteínas como consecuencia del daño renal permanente.
  • Orina reducida o nula. Propia de los casos de insuficiencia renal aguda o de sepsis. Se ocasiona cuando los riñones fallan al filtrar desechos y líquidos de la sangre.
  • Fiebre alta persistente, incluso con antibióticos. Se da en situaciones de absceso renal y de sepsis. En este último caso, también pueden tenerse eventos de hipotermia (temperatura corporal demasiado baja). 
  • Sensación de masas en el riñón. Puede presentarse en algunos casos de absceso renal. 
  • Síntomas de infección sistémica. Es decir, malestar general, debilidad extrema y sudoración. Son una consecuencia de los abscesos renales. 
  • Fatiga extrema. Se manifiesta como síntoma en casos de insuficiencia o daño renal, o una respuesta inflamatoria muy intensa. Está causada por la acumulación de desechos en sangre, producida por la disfunción de los riñones.
  • Náuseas, vómitos y pérdida del apetito. Son una consecuencia de la acumulación de toxinas en sangre que se produce ante un daño o insuficiencia renal.
  • Taquicardia y taquipnea. En casos de sepsis, el ritmo cardíaco y la respiración se aceleran. La dificultad para respirar, por otra parte, indica una insuficiencia renal aguda, que causa que se acumule líquido en los pulmones.
  • Hinchazón en pies, tobillos o piernas. Es, también, un síntoma de insuficiencia renal aguda, causado porque los riñones no eliminan el exceso de líquido en el cuerpo de manera adecuada.
  • Presión arterial baja. Funciona como síntoma de los casos de sepsis. Produce confusión y mareos. En casos extremos, puede derivar en un shock séptico. Por el contrario, la hipertensión indica cicatrización o daño renal, que afecta la capacidad del riñón para regular la presión arterial. 

Diagnóstico de la pielonefritis

La pielonefritis se diagnostica mediante estudios de laboratorio. Si bien algunos de sus síntomas resultan distintivos, acudir a un especialista en urología te permitirá acceder a un tratamiento apropiado. De esta manera, podrás prevenir complicaciones y, sobre todo, transitar lo mejor posible la infección.

El diagnóstico de la pielonefritis empieza con una evaluación clínica, durante la cual el profesional realiza una entrevista y un examen físico para identificar síntomas de pielonefritis. Evalúa, por ejemplo, los dolores y la temperatura corporal, la presencia de escalofríos o náuseas y de ardor o urgencia al orinar.

A continuación, el profesional podrá pedir algunas pruebas de laboratorio para diagnosticar la presencia o no de una infección, identificar la bacteria que la causa y determinar cómo está respondiendo el organismo. Por lo general, estos son:

  • Análisis de orina (urianálisis). El análisis del sedimento urinario permite diagnosticar la pielonefritis al estudiar las características de la orina. En casos de infección, la muestra puede incluir: nitritos, sangre en orina (hematuria), leucocitos, esterasa leucocitaria y proteínas.
  • Urocultivo. Los resultados de este examen no son inmediatos. Sin embargo, permiten detectar el organismo que está causando la infección. Si, además, se realiza un antibiograma, se podrá determinar el tratamiento contra la pielonefritis que será más efectivo para esa bacteria.
  • Análisis de sangre. Suele pedirse cuando se sospecha que se ha producido una sepsis. También, se determina si hay una respuesta inmune del sistema, a través del conteo de leucocitos. También pueden solicitarse estudios de imágenes para evaluar el estado de los riñones y detectar complicaciones.

Tratamiento de la pielonefritis

Existen distintos tratamientos para la pielonefritis. La aplicación de uno u otro dependerá no solo del tipo de infección, sino también de la edad y el estado de salud del paciente.

Por lo general, los tratamientos de la pielonefritis incluyen el uso de antibióticos, tanto por vía intravenosa, en casos graves o recurrentes, como oral, cuando la infección es de leve a moderada. El tipo de antibiótico a utilizar se determinará luego de realizar un urocultivo. 

También, es necesario guardar reposo e hidratarse bien, para que las bacterias se eliminen con la orina. Los síntomas como fiebre y dolor corporal se alivian utilizando analgésicos y antipiréticos.

La toma de medicamentos suele ser prolongada. Por lo general, tiende a durar entre unas semanas y varios meses. Si el paciente no responde al tratamiento o la infección es aguda, suele recurrirse a la internación hospitalaria. 

Otras situaciones ante las que se recomienda la hospitalización son los síntomas de sepsis o abscesos, la deshidratación severa, y en pacientes embarazadas o con un sistema inmune debilitado. 

El internamiento permitirá reaccionar rápidamente ante complicaciones de la pielonefritis, realizando intervenciones quirúrgicas si fuesen necesarias o, incluso, diálisis si presenta falla renal que no responde.

Un profesional de la salud que sostiene un portapapeles analiza la pielonefritis con un paciente sentado en un entorno clínico.

Tipos de pielonefritis

Existen distintos tipos de pielonefritis. Se diferencian, principalmente, en la manera en la que afectan al organismo, en sus causas específicas y en la gravedad que pueden tener. Veamos cuáles son:

Pielonefritis aguda

Es la pielonefritis más común. Está causada por infecciones súbitas en uno o ambos riñones. Sus desencadenantes incluyen las infecciones ascendentes del tracto urinario, el uso de catéteres y la obstrucción de las vías urinarias. En mujeres, puede producirse por el ingreso de bacterias a la uretra durante las relaciones sexuales.

La sintomatología de esta condición abarca los síntomas comunes para la pielonefritis. Es decir, fiebre, molestias y urgencia al orinar, malestar general, dolor en la espalda y en el costado, náuseas y vómitos.

Por lo general, se trata con antibióticos administrados por vía oral y analgésicos, para disminuir el dolor. La hidratación también es crucial. Sin embargo, si el cuadro se agrava, suele recurrirse al uso de antibióticos inyectables o a la hospitalización.

Pielonefritis crónica

Puede desarrollarse cuando los riñones se infectan de manera recurrente. Es, por lo tanto, una forma de daño o cicatrización renal. Tiende a presentarse en pacientes con factores de riesgo subyacentes, como la diabetes.

Tiene síntomas más leves pero de larga duración que los de la pielonefritis aguda y pueden presentarse de manera intermitente. Incluyen, también, casos de hipertensión, fatiga y, cuando la enfermedad está avanzada, signos de insuficiencia renal, como hinchazón en las extremidades y dificultades al orinar.

El tratamiento de la pielonefritis crónica incluye la toma de antibióticos a largo plazo y el monitoreo del funcionamiento de los riñones y de la presión arterial. Si las causas subyacentes de la infección son obstrucciones causadas por cálculos renales o malformaciones, se las deberá corregir quirúrgicamente.

Pielonefritis xantogranulomatosa

Es, también, una forma crónica de pielonefritis. Suele producirse en casos de obstrucciones de las vías urinarias, generalmente en mujeres y pacientes con un sistema inmune debilitado.

En la pielonefritis xantogranulomatosa, el tejido renal se destruye de manera progresiva, a la vez que se acumulan células inflamatorias. Este tipo de afección presenta síntomas comunes (fiebre, malestar, dolores en el costado, etc.) y, en ocasiones, es posible palpar una “masa” cerca de los riñones.

Su tratamiento consiste en la toma de antibióticos a largo plazo. Cuando el daño en el riñón es extenso, se puede requerir una cirugía para eliminar el tejido dañado.

Pielonefritis enfisematosa

Es un tipo de pielonefritis poco común y grave. Por lo general, se produce en infecciones graves y en pacientes con diabetes. En ella, la infección está causada por bacterias productoras de gas, como el E. coli. Esto lleva a la acumulación de gases en el tejido renal.

Los síntomas de la pielonefritis enfisematosa son más intensos que los de la pielonefritis aguda. Incluyen fiebre alta con escalofríos, tensión arterial baja y dolores intensos en el costado. Los casos graves pueden desencadenar en un shock séptico.

Dada su gravedad, se trata directamente con antibióticos intravenosos y drenajes, para eliminar el gas. Ante complicaciones, se tiene la posibilidad de que sea necesario extirpar el riñón afectado.

Prevención de la pielonefritis

La pielonefritis es una de las afecciones más graves que pueden desarrollarse a nivel del sistema urinario. Si bien su tratamiento tiende a ser exitoso, el riesgo de complicaciones y los síntomas de esta enfermedad hacen que sea más conveniente prevenirla que curarla. Algunas medidas que se pueden tomar para esto son:

  • Aumentar el consumo de líquidos. Al tomar por lo menos 2 litros de agua por día, se fomenta la eliminación de bacterias a través de la orina.
  • Orinar después de las relaciones sexuales. Esto ayuda a remover las bacterias que hayan ingresado a la uretra.
  • Mantener una buena higiene. Es importante secarse bien después de orinar o defecar, siempre de adelante hacia atrás. Así, se previene que las bacterias anales alcancen la uretra.
  • No aguantarse. Orinar tan pronto como sea necesario evita el “cultivo” de bacterias en la vejiga, evitando el desarrollo de infecciones en el tracto urinario y de cálculos renales.
  • Evitar el uso productos en el área genital. Los sprays desodorantes y las duchas vaginales, en particular, alteran la flora vaginal e irritan las mucosas. Todo esto facilita el ingreso y la diseminación de bacterias. 

Pielonefritis: El tratamiento oportuno en CDMX

Los riñones son clave a la hora de asegurar el buen funcionamiento del organismo. Por eso, cuando las infecciones del tracto urinario llegan a ellos, es crucial tomar medidas de inmediato.

La pielonefritis es una enfermedad compleja, pero sus posibilidades de recuperación son buenas, siempre y cuando el tratamiento se haga en tiempo y forma. 

Ante síntomas como el dolor lumbar, cambios en las características de la orina, malestar general y náuseas, se debe acudir a un especialista en urología. De no hacerlo, las complicaciones suelen ser severas. 

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